nos hemos acostumbrado de tal manera a la presencia del móvil en nuestras vidas que no hay estadística ni estudio sobre el puñetero cacharro que nos impresione. Pero los datos están ahí y son muy preocupantes. Siete de cada diez chavales de entre 10 y 15 años tienen -no sólo usan, tienen- móvil en nuestra comunidad y este aparato es tan habitual en las casas navarras (presente en un 97,8% de los hogares) que está a menos de dos puntos del más común, la televisión.

Dicho de otra manera, el 70% de los críos que cursan desde 4º de Educación Básica hasta 3º de ESO dispone de un móvil, insisto que no es sólo que se lo presten sus padres un ratito para que no den la matraca, y lógicamente lo utilizan cuanto pueden y más.

Así las cosas, el profesorado de Secundaria esté cada día más harto, formando comisiones de estudio sobre la materia y no sabiendo qué hacer con estos teléfonos porque, aunque su uso suele estar prohibido en los centros, no hay día que no se requisen varios por jugar o grabar con ellos durante las clases. Claro que, si como me han contado en varias ocasiones, el tutor retira el móvil a un alumno y el padre o la madre aparece por el instituto exigiendo que se lo devuelvan inmediatamente dado que es propiedad de su precioso hijo, mal vamos.