Soy de los Celtics, así que llegué a Milos Forman a través de Robert Parish, un recorrido completamente normal. Viendo los partidos de los Celtics te enterabas de que a Parish le llamaban El Jefe The Chief por su actitud y gesto estoico, el mismo que adoptaba el personaje indio de Alguien Voló Sobre el Nido del Cuco, la película de Forman de 1975. De la película, maravillosa, luego pasabas al libro, de Ken Kessey, que era más maravilloso aún uno voló hacia el Este, otro hacia el Oeste, sobre un nido de cucos voló este, y de Kessey comenzabas a indagar en los Merry Prankerts y de ahí aparecías en Kerouac y en Ferlingetti aún en el planeta, a los 99 años, que también lo habías visto porque salía en El último Vals y así de rama en rama ibas saltando por escritores, actores, cineastas y obras magníficas y auténticas basuras. Todo eso te costaba un tiempo, porque además lo hacías sin prisa ni predeterminación, simplemente iba sucediendo, mientras Forman seguía grabando películas gloriosas como Amadeus o Man On The Moon, donde conocías a Andy Kaufman y de ahí te ibas enterando sobre Lenny Bruce y muchos más. Y todo eso sin apenas poder ver una sola imagen de ellos o contando con muy poco material audiovisual. Ahora, ese recorrido lo puedes hacer en un fin de semana intenso y tienes al alcance del ratón del ordenador cientos de textos, vídeos, informaciones y maravillas en general. En ese sentido, para quienes sienten la llamada de ciertas cosas y quieren seguir indagando y descubriendo crecer en el siglo XXI es una auténtica maravilla, aunque podríamos pensar que se pierde ese punto nostálgico de ir encontrando piedras preciosas casi por casualidad. No pasa nada. La cantidad de talento que hay ahí afuera y el que lleva derramándose desde hace siglos es tanto que puedes encontrar un Forman casi cada mes. El que se aburre ahora es porque quiere.