Tengo que reconocer que el desencuentro entre Del Burgo y Ana Beltrán tiene su gracia. Una vez más se ha vuelto a reavivar la polémica sobre la derogación de la transitoria cuarta, esa disposición constitucional que permite que si en un futuro la ciudadanía Navarra decidiese votar sobre si la hipotética posibilidad de unir o no su destino institucional al de la CAV, pudiera hacerlo. Vamos, un futurible muy futurible que aún así levanta pasiones. Parece que dentro de la derecha están compitiendo para ver quién es más facha, porque lo de querer quitar a la gente la posibilidad de decidir sobre su futuro me parece bastante totalitario, ¿no? Ana Beltrán y Casado, así como UPN en bloque, prefieren eliminarla de raíz. Muerto el perro, se acabó la rabia. Fíjense a qué punto está llegando la bronca que el mismísimo Del Burgo, autor del conocido “Que vienen los vascos y la ETA” (los jóvenes que no sepáis bien qué fue eso de ETA, mirad en la Wikipedia, por favor) reivindica con ahínco el derecho de los navarros a votar sobre su futuro. Como los de Bildu, oiga.
Pobre hombre. Lo están dejando sólo. Está claro que no tiene cabida en la política moderna. Se embroncó con Rajoy con aquella poética frase de “la gaviota chapotea en la charca de la corrupción”, fue vetado como presidente honorífico y es evidente que sus artículos chaposos y sus docenas de libros no tienen el tirón de las performances de Anita Beltrán. Hay que buscar el voto rápido como se buscan los picos de audiencia en televisión. ¿Qué más da si has soltado una barbaridad como un piano? ¡Da igual!, no dejes que la realidad te estropee un buen titular. Y a correr.