Es radical y evita muchos problemas, entre otros la adecuación de un edificio que tiene que ser muy muy caro de calentar y muy muy complicado de llenar salvo que se meta otro más pequeño dentro para aprovechar tanto metro cúbico. Además, abre el trazado al sur por donde está creciendo la ciudad, le quita peso al horizonte y elimina una mole de gusto discutible y de significado difícil de reconceptualizar al tiempo que crea un discreto edificio memorial y no oculta la huella del pasado.

Si tuviera que decidir, esta sería mi opción para la intervención en Los Caídos. Me gusta la limpieza del resultado, la permeabilidad de la pérgola, su ligereza, la escala ciudadana que ha elegido el proyecto y me gusta también el derribo total. No es un atrevimiento mayor aunque sí más incuestionable a primera vista que el de las otras propuestas, porque también hace falta atrevimiento para acomodar dentro de esos muros propuestas lúdicas o pacíficas o integradoras. De hecho, la imagen actual no desaparecería del todo. Durante un tiempo, su ausencia flotará como un ectoplasma sobre la plaza. Creo que será así y que esa levitación fantasmal desvaneciéndose progresivamente hasta quedar solo en palabras creará un efecto sugerente. Es solo una opinión como otra cualquiera. Como la decisión aún tardará un tiempo incluso tendré oportunidad de cambiarla, pero tampoco es muy probable que lo haga. Estas cosas son así. Pienso en quien se meta ahí dentro con toda la ilusión del mundo porque inicia un proyecto novedoso que quiere que resulte atractivo para mucha gente y bueno? mucho tirón tiene que tener el proyecto para que no se contagie del frío instalado dentro desde hace décadas o mucho presupuesto sin grandes exigencias de retorno monetario ni de función social. No sé. Igual solo Amancio Ortega conseguiría llenarlo. Creo, vaya.