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Adiós, años 10

Llegan los años 20. Y se van los dieces, o como se dijera: hace un siglo estaban estrenando el futuro con la guerra total, arreciaba la primera pandemia que aprovechaba los medios de transporte globales y la revolución rusa prometía un nuevo orden que luego no llegó, ni fue nuevo. El mundo se transformaba y la ciencia comenzaba a cambiarlo como nunca antes. Pero nos acordamos de los años veinte por el charlestón, la molicie y la seda en las carnes turgentes. En un siglo hemos cambiado mucho y ahora somos conscientes de que la guerra más efectiva la hemos luchado, y casi ganado, contra nuestro propio entorno. A ver si podemos arreglarlo.

Hemos triplicado la esperanza de vida, hemos acorralado en parte a la pobreza, hemos paliado las mortandades pero seguimos aumentando las enormes diferencias entre los extremos del mundo. Hemos dado nombre a la forma de mentir como negocio y estamos finiquitando lo que quedaba de democracia en aras de una mejor comunicación y una vida más muelle. Completamos una órbita más de nuestro planeta en torno al Sol sabiendo que nos quedan muchas por delante, aunque con la incertidumbre de que en algún momento cometeremos una nueva estupidez que nos trastoque lo que tenemos. Es cuestión de tiempo, cabe pensar.

Acabamos los años en que tras el ascenso del terror y del control de los estados hemos pasado a la exposición social de la necedad y al control de las grandes compañías, la información como control social no es algo nuevo de los años 10, pero ahora la recopilamos exhaustivamente y la procesamos al momento para crear la burbuja adecuada que propicie el consumo. Los años veinte serán los del consumo total, habrá que consumir si queremos votar en las elecciones. Si es que para entonces quedan elecciones, quiero decir.