La invasión de Putin a Ucrania, hace ya diez meses, situó a la Unión Europea en medio de una crisis energética de enormes dimensiones. La dependencia de Alemania, principalmente, del petróleo y el gas ruso, ha provocado dificultades de abastecimiento desconocidas en el Continente. Ante este grave escenario, la UE ha venido tomando medidas destinadas a encontrar alternativas de suministro de combustibles fósiles, pero también de ahorro y mayor eficiencia en el consumo, así como el incremento de las fuentes de energía renovables en la Europa comunitaria. Con todo, hemos llegado al invierno 2022 garantizando el aprovisionamiento, eso sí, a un altísimo coste, con una inflación disparada, lo que supone grandes dificultades de competitividad para la industria europea. Ahora toca prepararse para el siguiente capítulo de este drama: el invierno de 2023.

Medidas para sobrevivir

Desde que Rusia invadió Ucrania y empezó a utilizar sus recursos energéticos como arma, la situación en el mercado energético ha empeorado considerablemente. A pesar de la disminución significativa del suministro energético ruso, ya que pasó de suponer el 45% de nuestras importaciones de gas el año pasado a tan solo el 14% en septiembre de 2022, Europa ha conseguido encontrar fuentes de suministro alternativas y ha reducido su demanda para compensar la reducción. También ha adoptado medidas para mitigar la volatilidad del mercado, así como para ayudar a las empresas y a los ciudadanos, redirigiendo hacia ellos los ingresos del sector energético. Gracias al conjunto de medidas sobre los precios de la energía, los Estados miembro han implantado numerosas medidas a nivel nacional para mitigar la presión de los precios sobre los ciudadanos y la industria. En mayo s e adoptó el Plan REPowerEU para eliminar nuestra dependencia de los combustibles fósiles rusos lo antes posible. Las cifras clave son: 5%, la obligación de reducir la demanda de electricidad durante las horas de precio máximo; 15%, el objetivo de reducción de la demanda de gas y el 92%, el nivel de almacenamiento de gas en la UE.

Excepción ibérica

El pasado mes de junio, la Comisión Europea aprobaba definitivamente, tras dar luz verde a esta medida, la denominada “excepción ibérica” en el mercado eléctrico presentada por el Gobierno de España, que tiene como objetivo limitar el precio del gas en el mercado mayorista y hacer frente a las consecuencias económicas del aumento del precio de la energía. Junto a Portugal, la Comisión Europea autorizaba a estos dos países a poner en marcha esta medida que, en principio, estará vigente hasta el 31 de mayo de 2023. De esta manera, el precio del gas que se necesita para producir electricidad y que no se genere por otras fuentes de energía ya no está regulado por el mercado, sino que se limita a 40 euros por MWh, como tope marcado por el ejecutivo central. Además, en el último Consejo de Ministros de Energía de la pasada semana, se alcanzó un acuerdo político sobre un Reglamento del Consejo que establece un mecanismo de corrección del mercado para proteger a los ciudadanos y la economía contra los precios excesivamente altos. El Reglamento pretende limitar los episodios de precios excesivos del gas en la UE que no reflejan los precios del mercado mundial, garantizando al mismo tiempo la seguridad del abastecimiento energético y la estabilidad de los mercados financieros.

Apoyo de los europeos

El eurobarómetro muestra que la gran mayoría de los ciudadanos de la UE están a favor de las recientes acciones de la UE para hacer frente a la crisis energética. En particular, ocho de cada diez ciudadanos de la UE (82%) están de acuerdo en que la UE debe seguir tomando medidas para reducir su dependencia de los combustibles fósiles rusos. Una abrumadora mayoría de los encuestados (83%) cree que la guerra de Rusia contra Ucrania hace más urgente invertir en energías renovables. El 87% de ellos cree que es fundamental proteger las infraestructuras críticas, como los gasoductos y los cables de internet, mientras que el 83% también está de acuerdo en que el precio de la electricidad no debe depender del precio del gas. Los encuestados reconocen masivamente (85%) que el aumento de los precios de la energía ha repercutido en su poder adquisitivo. Los propios encuestados ya han tomado medidas o estarían dispuestos a hacerlo para reducir su consumo de energía y sus facturas de energía, apagando las luces cuando salen de una habitación durante un rato (77%), desconectando los aparatos electrónicos cuando no se utilizan (62%) y reduciendo la temperatura ambiente (58%).