A medida que transcurren los días desde que la objetivamente desastrosa gestión del Gobierno de Mazón agravó sobremanera las consecuencias de la dana, se pone más de manifiesto que entre la derecha abundan quienes fían su futuro a retorcer la realidad. El objetivo no es otro que tratar de confundir al personal con medias verdades o mentiras palmarias para tratar de ganar tiempo. En esas está el todavía presidente valenciano, a quien ni se le pasa por la cabeza asumir alguna responsabilidad en la catástrofe. Como era previsible, en su comparecencia parlamentaria de este viernes dejó claro que no va a atender el clamor de los 130.000 valencianos que el pasado sábado salieron a la calle a pedir su dimisión. En su huida hacia adelante, dice que va a crear una comisión de investigación en las Cortes y, con el fin de esparcir la basura, quiere que se haga otra en el Congreso de los Diputados. Una forma de marear la perdiz.

Nada de esto, sin embargo, le va a salvar el pescuezo. Mazón ya ha entrado en la cuenta atrás y en la sede de Génova lo saben, pese a que Feijóo no se ha rodeado precisamente de unos lumbreras.

La Comunidad Valenciana, que aporta 16 diputados de los 176 necesarios para acceder a Moncloa, históricamente ha sido una plaza importante para el PP y no va a arriesgar ninguno de ellos por mantener a un mediocre. Sin prisa, pero sin pausa, toca negociar con él su salida por las buenas –lo que sería premiado con una puerta giratoria– o por las malas. Pero el PP no volverá a tener de cabeza de cartel a quien en junio del año pasado ya arruinó buena parte de las opciones de Feijóo al precipitar el acuerdo de gobierno con Vox sin esperar a que se celebraran las elecciones generales. Un pacto que incluía al torero Barrera de vicepresidente y consejero de Cultura y en el que Sánchez vio un filón para convertir la campaña electoral en un plebiscito entre el PSOE y la ultraderecha.

Y pese a que el PP valenciano ha sobrevivido a los mandatos de Camps y Zaplana –pendiente de ingresar en prisión tras ser condenado a 10 años de cárcel por el cobro de mordidas en la concesión de las ITV valencianas– y a los excesos de Rita Barberá, no va a acudir al rescate de quien está tan quemado que ni con todo el agua que dejó la dana en Valencia se le podría sofocar el incendio que ha organizado.