Leí ayer que el delegado especial de la Agencia Tributaria del Estado en Navarra denunció que el análisis de la situación económica de varios de los investigados en un ya desarticulado entramado criminal que abastecía de speed a traficantes de Navarra, La Rioja o Álava mostraba una realidad que le resultó “impactante”, como era el hecho de que algunos de los arrestados estaban cobrando prestaciones por desempleo, así como otros subsidios y ayudas sociales: “No es la primera vez que en una operación policial afloran fraudes al sistema de ayudas para personas en situación desfavorecida. Se trata de un doble fraude de muy difícil control, porque estas personas en realidad están llevando una economía sumergida paralela”. A lo que se ve, a la hora de conceder ayudas sociales habría que incluir la pregunta -a contestar sí o no-: ¿no serás un poquito narcotraficante, tú, tunante? O quizás lo deseable y algo a ir introduciendo en las respectivas organizaciones criminales es que den de alta a sus integrantes en la Seguridad Social y así no se produzca este abuso, puesto que sería la propia entidad criminal la que corriese con los gastos de sus empleados. Ya puestos, los talleres clandestinos pasarían a ser fábricas de droga perfectamente legales, como lo son las de armas y otras minucias. ¿En qué planeta del Sistema Solar o más lejano aún ha vivido este buen señor hasta hoy? Lo ignoro, tal vez esté acostumbrado a que los delincuentes se sienten en los consejos de administración, costumbre de la que no le culpamos, pero que a estas alturas de la vida le parezca impactante que haya personas que delinquen y lógicamente viven una vida paralela donde solicitan ayudas públicas es cuando menos asombroso, es descubrir la pólvora. Y, de rebote, propiciar aunque sea sin querer que los comentarios a la noticia carguen contra la Renta Básica, otras ayudas y los más desfavorecidos.