Y a todo esto, ¿a cuenta de qué un partido que no llegue al 3% de los votos en las próximas elecciones forales o al 5% en los ayuntamientos no tiene que tener derecho a tener representación? Vox, por ejemplo, en las antípodas de lo que pienso, pero que si no llega al 3% o al 5% se quedaría fuera, aunque por número de votos quizá le correspondería. U otros, en el lado izquierdo del abanico. Pasó con Ciudadanos hace 4 años. Les votaron 9.993 personas y lograron el 2,96% de los sufragios, pero la ley les impidió tener parlamentarios. Es completamente injusto. I-E, por ejemplo, ganó su segundo escaño con 6.241 votos, al PPN el segundo suyo le costó 6.664, el 9º de Geroa Bai -el 50º de los 50 que se repartieron- le costó 5.944 votos. Cs casi dobló esa cifra, pero una ley completamente injusta le impidió entrar en el Parlamento: grupos con 12.000 y 13.000 votos tuvieron 2 escaños y uno con 10.000 no tuvo ninguno. Lo mismo pasó en muchos ayuntamientos. En Pamplona, por ejemplo, hay concejales con menos votos de los que lograron PPN o Cs hace 4 años, algo que en el pasado también le sucedió a I-E, EA, Ba-tzarre o Euzkadiko Ezkerra. Supuestamente la ley electoral fija esos límites para evitar la fragmentación parlamentaria, pero es que la fragmentación parlamentaria o de los ayuntamientos en sí misma es positiva, porque reproduce la fragmentación de la sociedad, que también es positiva siempre y cuando los diferentes gobiernos o ayuntamientos sean capaces de recoger sentires lo más generales posibles y no solo de sus votantes, posiblemente la gran tarea a tratar de perseguir y alcanzar en una Navarra excepcionalmente diferente de sur a norte y de este a oeste. En todo caso, una legislación que castiga al pequeño frente a otros, que fomenta el despreciable pero entendible voto útil y que hace que muchos miles de votos vayan inmerecidamente a la basura.