Los gobiernos cambian, los ayuntamientos varían, los niños crecen, la gente muere, las estaciones acaban y dan paso a la siguiente y Javier Taberna y José Antonio Sarriá siguen ahí, perennes. presidentes, respectivamente, de la Cámara de Comercio y de la Confederación Navarra de Empresarios -no confundir con los empresarios navarros, que son miles y miles de todo tipo-, casi 30 años en el cargo Taberna y ya para 10 Sarriá, reelegido además este año para otro mandato, con lo que se pondrá en unos 15. Y ambos, siempre, con el mismo mensaje desde que UPN no está en el poder: el apocalipsis, el caos, la ruina y la fuga de empresas. Todo mentira, claro, pero ahí siguen con el raca-raca, también ahora Sarriá cuando no hace apenas un mes que el Gobierno de Navarra está encabezado por el Partido Socialista: “Están en manos de Bildu”. No es así, lógicamente, aunque por supuesto Bildu tendrá importancia en llevar adelante o no cuestiones, como la tendría Navarra Suma si quisiera salir de la cueva de la que no va a querer salir. Hay un gobierno bastante transversal, como lo hubo hace 4 años, y esta gente sigue obcecada con mandar solo y únicamente los mensajes negativos y machacones, los inconvenientes, sus fobias personales, sus discursos en piloto automático, sin una sola mínima ventana abierta a construir un caldo de cultivo mínimamente positivo, de confianza, de diálogo con todos y de respeto a las ideas aunque sean contrapuestas: nada, como vulgares hooligans de barra de bar, en ocasiones lanzando consignas claramente falsas y que sí perjudican y mucho a la imagen de la economía y del tejido empresarial navarro. Afortunadamente, las empresas y los trabajadores en su inmensa mayoría son bastante más sensatos y diversos que estas entidades que funcionan como pequeños lobbys con un inmenso peligro si se les da más poder del que ostentan, que bastante es ya.