confío en que Esparza y Navarra Suma avancen algo en la legislatura y podamos tener un partido mínimamente entretenido. Al comienzo de la legislatura pasada ya comenté que se presumía bastante sosa por el carácter aburrido que históricamente tienen los políticos nacionalistas vascos de cara al público y así fue, tostón en la mayoría de sus fases y solo salvada por el 99% de las intervenciones de Ana Beltrán. En esta, imagino que Chivite y compañía tendrán claro que lo mejor cuando se llega a un gobierno y sobre todo al inicio es mantener perfiles relativamente bajos, evitar meterse en incendios gratuitos y no revolver demasiado el gallinero -Gimeno lo está haciendo en Educación y hacer cambios es comprensible, las malas formas, no-, ir salvando los muebles -presupuestos- y, en cuanto haya ocasión, vender las novedades en los escaparates, manteniendo la escuadra compacta y sin fisuras. El talante del nuevo portavoz, Javier Remírez, de momento está siendo así: tranquilo y por ahora bastante plano, cuando dar da más de sí. Por lógica, saltarán de vez en cuando algunas chispas ante los ataques de la oposición, pero no creo que hasta que la legislatura esté bien avanzada -si continúan, que esa es otra- se pase a un enfrentamiento directo bajando al barro que propone Navarra Suma, si es que se baja, claro. Por eso confío en que Navarra Suma supere su parálisis, la misma en la que se sumió la pasada legislatura casi 3 años, y aporte algo más que el ya manido, faltón y por supuesto falso “votar al PSN es votar al nacionalismo vasco”, que es el mensaje en el que llevan estancados desde mayo y que -quizá Esparza no sea capaz de captarlo- insulta gravemente la capacidad de pensar por su cuenta de decenas de miles de votantes socialistas. Porque esta gente funciona así: solo sus votantes son listos y libres, el resto son rehenes idiotas y palmeros del PNV y Bildu.