Leo que “la desaceleración ha tocado fondo en Navarra, que volverá a encabezar el crecimiento en 2020” y que la tasa de paro será la más baja del país, con un 7,6%. Son datos y valoraciones que ofreció el jueves un estudio del BBVA. A mí, de siempre, todos estos estudios me producen un miedo atávico o no diría no tanto los propios estudios como las interpretaciones o valoraciones que se hacen de los mismos, puesto que las palabras, todas, tienen significados muy diferentes para cada persona. Así, desaceleración o crecimiento no son en nada iguales si las escucha un alto ejecutivo que un currela que cobra menos de 800 al mes o de 1.000 o que encadena cada mes seis contratos diferentes, porque esas personas vienen desaceleradas hace más de 10 años, su macroeconomía y sus grandes cifras están a años luz de la que aparece en estudios, en gabinetes económicos, en debates parlamentarios y en prensa, incluidas las columnas. Quizás haya gente que no se dé cuenta, cuando vives y te relacionas en entornos más cómodos, pero hay una generación entera de jóvenes que han nacido en crisis y han crecido en crisis y siguen creciendo en crisis, con padres y madres que han tenido que malvivir en el paro o con trabajos de mierda durante muchos años. Hay una generación entera que solo conoce eso y no es un porcentaje bajo de población, porque aunque vivamos en una comunidad estadísticamente rica en comparación con otras y con ratios mejores, las economías reales de muchas personas desde 2009 hasta hoy han caminado y lo siguen haciendo sobre el alambre, con la ansiedad diaria de no saber qué pasará dentro de un mes o el año que viene. Por supuesto que a nivel global se está mejor que en 2013, pero hay muchísima gente fuera de juego, alguna muy cerca de quedarse fuera y otra bastante a medio metro. El estudio también alerta sobre el envejecimiento de la población. Claro, ¿qué esperan?