a supongo que lo llevarán tiempo barruntando ustedes mismos porque a fin de cuentas andamos casi todos con muchas horas con nuestras dos neuronas dándose con las paredes, pero yo por si acaso les aviso: cuidado cuando acabe todo esto con los ciudadanos ejemplares. Hasta ahora teníamos a esos que yo hace ya 15 años llamaba Los Ofertas, que son los que siempre consiguen el piso algo más barato, el coche de segunda mano que en realidad es nuevo, el viaje por 1 euro -a veces hasta les pagan por viajar-, el 2x1, el 12x3 y "¡qué suerte tuve que justo llegué y me llevé el último que quedaba!". Esa clase de peña, que te ríes, te acabas riendo, que se leen el BOE para desayunar y las ayudas europeas y locales y para las 2 de la tarde ya tienen en casa un tractor comprado "en renting" aunque no sepan distinguir una cebolla de un puerro. Ahora llegan los ciudadanos ejemplares. Hace poco le leí a uno escribir que cuando comenzó el confinamiento les había prometido a sus hijos que hasta que ellos no bajasen de casa él tampoco iba a bajar. Supongo que los víveres se los lleva un helicóptero de la OTAN o que ya se están empezando a comer los marcos de las puertas. O los que compran una vez a la semana o cada 15 días y no bajan la basura así llegue hasta el techo, sin ser gran grupo de riesgo. Bueno, o eso es lo que cuentan que hacen, que es a donde iba. Creo que todos en esta historia tenemos en su inmensa mayoría sentido común, sabemos limitar al máximo los ratos que bajamos a la calle para asuntos ineludibles -el confinamiento además eleva claramente los niveles de pereza- y que, en general, cumplimos a rajatabla lo que se nos indica. Pues siempre tienen que aparecer los perfectos, los inmaculados, los ejemplares. A mí me parece muy bien. Siempre y cuando, como debería suceder con todas las virtudes, se guarden para sí mismos la tabarra propagandística de bondades.