ien, ya tenemos de nuevo entre nosotros el culebrón Madrid, el asunto Madrid, el monotema Madrid, ¡Madrid, Madrid, Madrid! -leáse con el ritmo del chotis-. En primavera fueron unos 3 meses con sus cosillas y sus dramas y sus no cambios de fase y sus exigencias y sus problemas y su pase a la nueva normalidad de aquella manera y ahora volvemos a la casilla de salida, lastrados por este centralismo mediático, económico y político tan tóxico y que no tiene ningún viso de solucionarse sino más bien de agravarse. Recordemos que en Madrid comunidad viven unos 7 millones y medio de los 47 millones de españoles que viven en España y que hay cientos de miles de contagiados por el coronavirus que no son de Madrid, decenas de miles de hospitalizados y decenas de miles de fallecidos: en absolutamente todas partes. No es relevante o apenas lo será ya, lo relevante, lo que vamos a leer, ver y oír en los medios próximamente -ya viene sucediendo desde que Madrid se puso a la cabeza de las autonomías en Incidencia Acumulada de casos cada 14 días- es el raca-raca de su presidenta, del alcalde, la batalla entre estos y el gobierno central, las restricciones, más drama -por desgracia- y las acusaciones a los responsables autonómicos de no haber aplicado apenas una sola mejora en su sistema de atención primaria y rastreo, unas acusaciones que, por otra parte, son ciertas y extensibles seguro en mayor o menor medida a muchas autonomías, bastantes de ella ya en ratios muy exigentes en cuanto a capacidad de testar, rastrear y hospitalizar. Pero es Madrid la única que ya ocupa un lugar casi único, pasadas aquellas semanas en las que Aragón y Cataluña mantenían tasas de contagio muy elevadas y en Madrid apenas había casos básicamente porque no hacían PCR -había más hospitalizados diarios que casos a veces, una juerga-. Suerte a los madrileños, paciencia -una vez más- a los demás.