é que es ventajista tras un día como el martes con 122 positivos, la cifra más alta en 20 días, ponerse a aventurar catástrofes si de aquí hasta el 10 de enero funcionamos como si fuese 2019. Sé, además, que la gran mayoría vamos a seguir con cautela. Tampoco me ha gustado nunca esto de "ya verás qué horror en unas semanas", un deporte que practican algunos y que se llama aventurar y que usaron cuando empezamos a salir a andar, cuando empezaron los niños, cuando empezaron los tramos horarios y decenas de veces. Por fuerza, alguna vez aciertas. No tengo ni idea de si el virus va para arriba por sí solo o si le empujamos y cuánto con nuestras actitudes. El martes fueron 122 casos y más de 20 de un brote en Irurzun, pero ayer 63, así que la media es pareja o muy similar a la de los últimos 15 o 20 días. El asunto no es tanto ése como que creo que hemos hecho todos -cada uno a nuestro nivel- un enorme esfuerzo desde marzo, mucho de ese esfuerzo en mitad de muchas o algunas decisiones políticas que nos parecían estúpidas a más no poder -el cierre perimetral me sigue pareciendo idiota, al igual que estar obligado a llevar mascarilla por la calle todo el tiempo según momentos y lugares. Y muchas cosas más- pero hemos ido aceptando creyendo que era una política de máximos que pisaba derechos en aras a un bien mayor que no es otro que la salud global pública. Son ya 9 meses de esfuerzo, con los sanitarios y muchos sectores más en primera línea, y con muchos de nosotros con familiares o amigos afectados directamente. En estos 9 meses hemos ido aprendiendo muchas cosas, de la enfermedad, de nosotros mismos y de los demás. Una de las más claras es que los contagios se dan cuando nos juntamos varios en sitios cerrados sin mascarilla. Viene a ser el clásico "mejor no meta usted la cabeza en el horno y abra el gas". No metan la cabeza en el horno por favor.