l día que partidarios del tarao de Trump entraron en el Capitolio con la aquiescencia de buena parte de los policías allí presentes, algún medio de comunicación español como por ejemplo El Mundo editorializaba sobre el tema con frases del tipo "el constante recurso al insulto y a la mentira eran solo la antesala de un proyecto que no ha dudado en recurrir a la violencia cuando se ha visto desalojado del poder". Este medio -y otros tantos- lleva años y años -y más en este último año- recurriendo con total impunidad al insulto y a la mentira sobre el gobierno actual y más en concreto sobre Unidas Podemos, en una estrategia clara de acoso y derribo permanente en la que se han cruzado absolutamente todas las líneas de la dignidad periodística y de los límites de la información. Vamos, es habitual en los medios -en todos- practicar unos ciertos niveles de hipocresía, de la misma manera que nos sucede a la mayoría de los seres humanos, que no escapamos a ese pecado, pero en todo hay grados. Y los grados son importantes, porque la escala de atropello al otro que se practica no tiene nada que ver en unos casos o en otros. Que tú, que llevas años mintiendo sin pudor, insultando sin tasa, calentando a la sociedad y a la parte más extremista de esta sociedad -en el auge de Vox no solo late el blanqueamiento, es que se ha alentado a su extensión, que va más allá de su blanqueamiento, y se ha formado parte de él-, tengas la osadía de señalar en Trump lo que aquí se practica de buena gana -quizá en algo menor grado, pero aun y todo en grado alto- y tú alientas es tener los testículos como dodecaedros. Porque aquí según el 90% de la prensa española más tradicional vivimos casi en Corea del Norte o en Bulgaria en 1966 o lo haríamos si por Podemos fuera. Así que lecciones mejor ninguna porque dan mucha vergüenza ajena, ya que de la propia parece obvio que se carece.