stos días habrán leído noticias del estilo Detenida en varios países la vacunación con AstraZeneca por problemas de coagulación. En efecto, ocho países han detenido por ahora la administración de esta vacuna ya que se han dado entre sus receptores casos de coagulación sanguínea y eventos tromboembólicos. En concreto, hasta ayer, 30 casos entre 5 millones de receptores de la vacuna, una cifra que las diversas autoridades sanitarias consideran la habitual entre 5 millones de personas. Por ahora, no hay ningún indicio de que la causa de esos eventos sea haber recibido la vacuna y por ello en otros muchos países se sigue administrando. Por tanto, es fantástico que a la mínima sospecha de nada se pare la vacunación, faltaría más, pero de igual manera sería fantástico que no se estableciese antes de que existan pruebas una causalidad donde solo por ahora hay una cronología. Esto es: los eventos han sucedido a las horas o días de recibir una vacuna, pero no tiene que ser sí o sí la vacuna la causa de ese evento o de nada que lo desencadene. ¿Puede que tras los estudios se demuestre que sí lo era? Puede, claro, puede. De ahí que esté bien haber parado en donde han parado porque han considerado que debían hacerlo. Y de la misma manera que estará bien que lo hagan donde así se decida, por seguridad y salud pública, pero del mismo modo es igualmente salud pública no confundir a la gente con la causalidad de situaciones de las que no se sabe su causa o de las que más bien no se sabe prácticamente nada. Estamos ante una vacunación masivamente millonaria a nivel mundial en pocos meses, como jamás antes, y van a haber sucesos de toda clase que puedan ser achacados a las vacunas. Bien está analizar y parar cuando se considere y si hay que tirar por sus demostrados riesgos todas las vacunas a la basura se tiran, pero cuando llegue el momento. No sé, es mi humilde opinión.