olo quienes tienen problemas de salud mental no han tenido jamás problemas de salud mental. O, mejor dicho, los tienen también los que dicen que jamás han tenido problemas de salud mental, por no reconocer algo que es tan natural como tener dolores de cualquier clase, simplemente por orgullo o por confundir con debilidad algo que es normalidad. Quizá sí sea cierto que haya un 1% o un 2% o un 5% de la población que jamás haya sentido lo qué es la ansiedad -no confundir con estar nervioso, la ansiedad es algo que no se pasa ni se controla, es duradero y arrasante si no se trata o medica un tiempo o ambas cosas- o la depresión o las muchísimas variables que nuestros complejos sistemas químicos, físicos y cerebrales nos deparan a lo largo de toda una vida, pero la inmensa mayoría, sí, hemos estado ahí. Algunos en edades ya tempranas, otros más tarde, algunos por causas conocidas, otros por desconocidas, a algunos mucho, a otros poco. Haber tenido etapas difíciles o arrastrar secuelas de esas etapas o tener tendencia a sufrir más donde otros no o tener el cable más pelado con diversas cosas es algo tan normal como tener agujetas. Que a estas alturas tengamos que andar así porque un diputado gilipollas le gritara Vete al médico a Errejón cuando este hablaba del drama del suicidio en el Parlamento y del drama de la salud mental demuestra lo mucho que nos queda por normalizar algo tan normal como es reconocer que nuestra mente no está hecha de acero inoxidable y que sufre y que pena y que a veces ese sufrimiento y ese penar son muy superiores a lo razonable y hay que tratarlo y medicarlo como se medica cualquier afección que nos impide manejar nuestra vida de una manera adecuada. Parece como si contarle a alguien que has ido al médico a que te ayude con algo así o que fuiste o lo que sea es como contar que has hecho algo malo y no se lo digas a nadie, ¡eh! Mucho por hacer en esto.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
