a jodida cepa británica está demostrando ser bastante peor que su comida, que ya es decir. Después de alcanzar un pico de casos diarios de unos 220 hace tres semanas, cuando en la 2ª y 3ª olas tras 21 días ya estábamos en unos 90 casos diarios, en esta 4ª estamos aún en unos 150. Y su correspondiente transformación en casi 15 ingresos diarios, lo cual es mucho ingreso, aunque por suerte las altas hospitalarias también se estén dando a buen ritmo y, pese a que sea poco, algo haya bajado la cifra de personas ingresadas por covid. Pero la sensación es ya de eternidad, ni siquiera ya de cansancio o eso que finamente se llama fatiga pandémica y que traducido es estar hasta la polla, sino de un punto más, esa mezcla entre resignación, que me vacunen ya o meto la cabeza en un pozal de virus o quiero irme de aquí. Lo bueno es que, pese a todo esto, la vacunación sí que parece funcionar y sí que parece proteger a nuestros mayores, los más afectados por la enfermedad. En el abril que hoy termina se han puesto casi las mismas dosis de vacuna que en enero, febrero y marzo juntos -unas 125.000- y hemos pasado de un 12,5% de la población con al menos una dosis puesta a un 26%, además con la expectativa de que en mayo y junio el volumen de vacunas que llegue sea superior al de abril, con lo cual para final de junio estaríamos hablando de más o menos un 50% de la población con al menos una dosis. El tema es que ese volumen con al menos una dosis no es un volumen con las dos dosis -inmunizados no creo que lleguemos al 25%- y que a efectos de contagios entre la población menor de 60 años el riesgo seguiría siendo casi el mismo. Queda por tanto un arreón final que nos pilla ya a todos con la reserva anímica y al mismo tiempo -se ve en la calle- con una actitud en bastantes casos de que ya es casi verano y aquí me las den todas, mientras el cabrón de bicho está echando el resto.