ás allá de que todos estemos de acuerdo en que por sí mismo un árbol es algo bueno tampoco creo que sea una herejía comentar que en Pamplona hay 140.000 y que hay que cuidarlos y protegerlos si se puede todos pero que no está de más estudiar que si 20 o 30 o 40 son un impedimento para hacer algo positivo para la ciudad igual hay que pensarlo. Hablo, por ejemplo, de los árboles exteriores del paseo Sarasate, que al parecer son el nudo gordiano, ya que el proyecto de UPN no pone el paseo a la misma altura porque dice que para eso hay que tirar esos árboles y en cambio otros dos proyectos del concurso de ideas sí afirman que se puede poner todo el paseo al mismo nivel sin necesidad de tirar una hoja. Y pregunto: ¿sería el fin de los días eliminar la fila exterior de árboles -la interior parece a salvo- si solo así se puede hacer un paseo que esté verdaderamente a la altura de la ubicación que tiene? Ahora mismo -y durante muchos meses, puesto que vivimos en una ciudad oscurilla- el paseo Sarasate, al margen de su condición de gynkana y popurrí -parterres, aceras, tráfico, el maldito acero corten, estatuas, árboles en dos hileras, accesos peatonales, rampas, baños, todo ello en sí mismo igual válido pero que en conjunto forma un paseo bastante ful-, es una zona sombría, en la que entre edificios y árboles apenas pasa un rayo de sol -cuando sale- pocas horas al día. Sentarse en uno de sus bancos el 75% de las mañanas del año es sinónimo de enfriamiento. Ojo, no hablo tanto de que haya que tirar esos árboles, como de que -sí, en la Plaza del Castillo se los cargaron, pero el dolor por aquello venía unido a muchas cosas más que unos árboles- pensemos si a veces no están ubicados en nuestra escala de valores en un pedestal intocable. Tiras uno, plantas dos, ¿no? No sé, ninguna gana de meter cizaña, solo de compartir una sensación, que no tiene por qué ser correcta.