ecuerdan Afganistán? Es un país. Hace dos meses y medio no hablábamos de otra cosa, hace dos meses ni hablábamos de otra cosa ni pensábamos en otra cosa y hoy tengo que volver a mirar el mapa para situarlo en el globo terráqueo. Hace también unos cuantos días que no mantengo ya apenas interés -práctico, de mirar cómo va el asunto- en el volcán de La Palma y falta poco para que me desinterese por el siguiente gran tema que aún no ha saltado a la palestra. Es el signo de nuestra época: cientos de temas que apenas duran 1 días, unos cuantos que sobreviven 3 o 4 días y apenas una docena que nos mantienen atentos varias semanas. Y, entre medio, una ingente cantidad de información completamente banal procedente del famoseo, el showbusiness y, en general, el folklore social de toda clase y condición, un martilleo que está ahí cuando enciendes televisiones o radios o webs o incluso prensa tradicional y que te mezcla en un mismo impacto visual las palabras de Biden y que Leticia Sabater cobra 300 euros por ir a comer con ella, lo cual no hay cerebro sano que lo aguante. Supongo también que esto, esto de que algo nos parezca la noticia del siglo un día y a los 10 días ya no nos acordemos, es una realidad que también pasaba antes, pero me da que pasa de una manera aún más radical que hace años, como si durante unos momentos no hubiera nada más sobre la faz de la tierra y todo el mundo fuera hacia allá a informar y el resto a mirar y quizás la propia sobreabundancia de material y atención fuera lo que provocara un atiborramiento que después lleva a que casi casi trates de evitar las noticias puntuales sobre el tema: matamos los temas, la gran mayoría. Es una maravilla poder disponer de tanta información de todo tipo a la distancia de un click. Pero es una tarea titánica elegir cómo hacerlo y no acabar harto e intoxicado hasta las cejas o de nimiedades o de desgracias.