ecesito sol. Sol y calor. Sé que esta necesidad la he tenido muchas veces y que incluso la han leído escrita por aquí, pero esta vez es la vez que más creo necesitarlo. Sol, calor y buenas noticias. O cuando menos indicios de buenas noticias, algo, aunque sea poco, que nos ayude a aliviar un ápice esta pequeña o gran opresión en el pecho, que nos permita mirar hacia adelante con alegría. Para eso el clima es importante. El buen clima no elimina los problemas, pero el malo los empeora. Y con buen clima te olvidas más fácil de los problemas, que es la batalla mental en la que estamos ahora metidos. Basta hablar con la gente en la calle: yo intento pensar lo menos posible, porque me agobio. Ésa es la batalla que cada uno libramos contra nosotros mismos en estas semanas inquietantes de nuestra existencia, unas semanas terribles a 4.000 kilómetros de distancia y que si no se saben manejar por nosotros desde aquí las podemos convertir en una tortura para nuestras ya cansadas cabezas.

Pero no parece que por ahora las predicciones quieran traernos la primavera por adelantado, ni que las temperaturas nos vayan a dar mucho respiro. Sí, lo recuerdo, febrero fue muy soleado y seco, pero febrero ya es el siglo pasado, en marzo de hecho ha llovido el 85% de lo días y desde el 1 de noviembre, que ahí está el chaval, en el paleolítico medio, la temperatura media en Pamplona en estos 135 días ha sido de 6,9 grados. Ya, estamos en otoño e invierno y esto es el norte, pero como cifra y como duración del asunto estarán conmigo en que, al menos para mí, es mucho más que suficiente. Cuatro meses y medio viviendo a una media inferior a 7 grados es una broma que mi sistema nervioso cada vez resiste peor. El martes salí a la tarde a la calle sin abrigo. Tengo necesidad total de salir sin abrigo. Sin abrigo, sin mascarilla, con luz, con calor, con buenas noticias. ¿Ustedes no? Lo lograremos.