os pijos son iguales en todas partes. Te da igual que estén en Somosaguas que en Vallvidriera que en Puerto Banús. Son intercambiables y, al, igual que el resto de especies humanas y urbanas, se reproducen, tienen descendencia y básicamente practican la endogamia: la física, la social, la económica, la educativa, la cultural, la deportiva... Esto no hace falta un estudio en profundidad para saberlo, basta con haber leído el Hola los últimos 40 o 50 años. Has visto crecer a los hijos de Nati Abascal, como has visto crecer a otros cientos, que se han convertido en miles que se casan entre ellos y se aparean y engordan la base de la pirámide. Por lógica, si en un sitio gobiernan pijos los favores son a pijos. Sean favores legales o ilegales. En Pamplona, por ejemplo, Hola foral no tenemos, pero a nada que tengas una cuenta de Facebook puedes ir husmeando quién es amigo de quien y quién se va de vacaciones con quién y dónde juegan al golf con quién y de quienes son hijos y nietos y maridos y padres y más o menos te haces también con el mosaico. Esto es un pueblo, claro. Y en el pueblo nos conocemos casi todos. Pero sobre todo se conocen muy bien entre ellos mismos y entre ellos mismos se llaman para los trabajos y para los encargos y para las mordidas y los puestos y los saraos y esto año tras año tras año. No es sorprendente, por tanto, que los parecidos a los que gobiernan sean quienes se benefician de ese gobierno. Lo extraño sería que las comisiones se las llevara un aparecido de ninguna parte o alguien que no forme parte del club. Hay que ser del club. Del que sea, ojo, que clubes los hay en todas las direcciones y tendencias. El, más grande, antiguo, con pedigrí y número de miembros y tropelías está en la derecha, pero haber hay clubes en todas partes, hace mucho, además. Engordan y se desinflan dependiendo de si gobiernan los a sí mismos parecidos o no.