e gustaría colarme por la puerta trasera del cerebro de García Adanero. Una vez llegado a su hemisferio derecho, el más desarrollado, preguntar allí por la contraseña para llegar al hipocampo, un sitio oscuro donde la memoria se fragua como la maldición que todos llevamos escrita en el rostro. Lo digo porque este hombre parece olvidar a menudo cosas. Cosas que dice sin filtrar, a golpe de calentón. Como quien viaja hacia el pasado, porque es allí donde más calienta el sol.

Verán, el día 3 de junio, en el Congreso dijo que cada vez que el Gobierno pacta con Bildu "ayuda a legitimar a ETA y su historia". Un mantra recurrente y obsoleto que la gente de UPN deberá actualizar si quiere seguir comiendo caliente cada día del pecado que condenan. Pero admitámoslo como esa dosis de Diazepam que UPN necesita cada mañana para mantener el tipo. Y ahora volvamos a ese circuito neuronal de García Adanero para ver cómo procesa sus verdades. El 11 de junio, también en el Congreso, él y un tal Sayas, para más señas aspirante a dirigir un fagocitado UPN, votaron en contra de retirarle sus medallas, ya a título póstumo, al policía franquista y torturador Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño. Vamos, que votaron a favor de mantener las condecoraciones de un torturador ya muerto. Como si ellos quisieran mantenerlo vivo. A él y sus torturas. Como lo pensó y votó la gente de Vox. Ahora díganme, cómo es posible mantener esto sin que la cara te escueza de vergüenza y luego decirle a Sánchez que cada vez que el Gobierno pacta con Bildu "ayuda a legitimar a ETA y su historia". Se lo explico. García Adanero y un tal Sayas sufren de disonancia cognitiva, el arte de contradecirse, quizás como todos, pero ellos con arrogancia. Como lo hace esa gente que llora a carcajadas.

¿Por qué votan como Vox? Pues porque dicen que UPN anda a la rapiña de esos 18.656 votos de la ultraderecha navarra. No sé, yo que la gente de UPN les pediría cita en salud mental.