gnoro quién es el asesor ético de Navarra Suma. Pero a la vista del comportamiento de su jefe de filas ante el homenaje a las víctimas del terrorismo, uno diría que, o estaba de resaca o se reponía de una sobredosis de sentimentalismo intestinal. Navarra Suma no acudió al homenaje, al que acudieron todos los partidos, alegando que el acto estaba viciado de antemano porque, atención, era: "incompatible" con el acuerdo de presupuestos del Gobierno con EH-Bildu. Y porque la declaración elaborada por el Gobierno de Chivite "no va acompañada de una exigencia real a EH Bildu de que condene el terrorismo". Esto alegó Esparza, ese señor que leyendo a Ortega y Gasset se encontró con una definición: "hemiplejia moral" y se preguntó si eso iba con él. Esparza se enroca con argumentos que denotan una insuficiencia política de parvularios. Que a estas alturas insista en ese mantra tan viciado es como preguntarse a qué pila de escombros hay que ir a buscar la verdad.

EH-Bildu tiene sus fugas. Y su paso por el diván de Freud rompería las cuerdas que sostienen sus olvidos y contradicciones. Como todos. Pero EH-Bildu condenó el terrorismo el mismo día que la izquierda abertzale decidió dar la bienvenida al club de la política y de la socialdemocracia neoliberal. Y ahí están, en el Congreso y en nuestras instituciones participando de las estructuras gerenciales de la gobernabilidad.

Empeñarse en que EH-Bildu jure bajo palio que ETA se pasó cuarenta pueblos y que hasta fueron responsables de los progromos nazis, responde a una identidad defensiva forjada en la pasividad del dolor y la ofensa. Y ese estado de agravio permanente fosiliza y envenena toda acción política regeneradora. Por cierto señor Esparza, hablando de gatillos, no sé si ha leído el informe El terrorismo desconocido. Atentados terroristas de extrema derecha en Navarra (1975-1985).