ué bonito es el poder. Qué encantadoras las élites. De todas formas, tengo una teoría. Quizá solo sea una hipótesis descabellada, pero creo que hoy en día las élites sufren mucho. Creo que están deprimidas. En resumen, que no se soportan a sí mismas. De hecho, la élites necesitan caernos bien a la chusma, eso es lo que creo. Me refiero a todas las élites: las poderosas y adineradas y privilegiadas élites intocables. ¿Por qué se ponen tan guapas y posan tan dignas? Pues porque necesitan fascinarnos. Por eso. Necesitan sentirse admiradas. Y aclamadas. Veréis, lo que creo es que las élites en el fondo son buena gente. O sea, en la práctica puede que no lo sean, claro, pero en teoría les gustaría serlo. Y eso es lo que importa. Les gustaría porque saben que ser bueno es guay. Y que si eres bueno de verdad, vas a estar bien contigo mismo. Y te vas a sentir en paz con el universo. Tu karma, o lo que sea, va a molar. Por eso cuando se dirigen a nosotros, a la chusma plebeya de las calles, lo hacen con gran afecto. Por eso nos dan tan buenos consejos: es mejor que seáis honrados. Es mejor que paguéis a Hacienda. Así no os deprimiréis. Ni os sentiréis absurdos. Ni sufriréis como nosotros. Ese es el mensaje. Y es un buen mensaje. Las élites saben que el dinero corrompe. No pueden ignorarlo porque eso es algo que, ya me entiendes, no se puede ignorar y ya está. Pero, bueno. Es como si dijeran: nosotros estamos condenados a engrosar las listas de corruptos, no lo podemos evitar, es nuestra maldición. Pero vosotros, la chusma plebeya, podéis salvaros. ¿Cómo? Muy fácil: pagando a Hacienda. No sabéis la suerte que tenéis, nos dicen y nos repiten una y otra vez. Y tienen razón. Deberíamos ser más agradecidos con las élites, eso es lo que creo. En definitiva, aceptan corromperse para salvarnos, ¿no? A mí me dan un poco pena. Saben que son nuestros modelos, pero ellos mismos nos aconsejan que no los imitemos. Qué cosa, ¿no?