El cuatripartito -caleidoscopio de proyectos unidos por conveniencia- estaba hilvanado. Los números de la mayoría del cambio daban poco margen. Casi no había hilo para el último pespunte. La arrogancia de unos (GeBai, Bildu), la impertinencia de otros (IE, Aranzadi) y la torpeza vergonzosa de Podemos lo deshilacharon mucho antes de la cita con las urnas domésticas. Ni autocríticas explícitas ni dimisiones. La unión de las derechas -inevitable para ser competitivas- complicó la situación. Disimulada la tendencia a la baja de UPN, rescatado de la extinción el PPN y asegurada la entrada de Cs en las principales instituciones, UPN explora la recuperación de imagen. Esparza ya habla más como UPN que como Navarra Suma. Sus socios vienen a inflamar el ambiente. Ayuntamiento de Pamplona: lo del PSN, infame. Sin paliativos. Cinismo extremo de Esporrín al responsabilizar a Bildu del gobierno de Maya. Receptiva a los votos de la izquierda abertzale sin presentarle programa ni sentarse a la mesa. Cemento facial. Actitud despreciativa. Nada GALante. Parlamento Foral: tragaderas de Geroa Bai, Podemos e IE para sentarse con el Partido Sectario de Navarra (PSN) en ausencia de EH-Bildu para negociar sobre la composición de la Mesa. Comedia en dos actos. En el primero, intransigencia ortodoxa de Chivite: exclusión de Bildu. En el segundo, asepsia pragmática: acepto su asiento en mesa, pero ni me vota ni le voto. Chivite no quiere abocar al PSN a la enésima decepción como agente de la alternativa a la derecha. La restauración democrática se empeñó en que HB participara en las instituciones. La izquierda abertzale vivió intensos debates al respecto. Un sector minoritario aún se opone. Por rigor democrático, hay que parlamentar con esa opción ideológica. Decisiva para la investidura de Chivite. Influyente en la gobernanza desde la izquierda. Lema en el frontispicio de la Casa del Pueblo: Para gobernar hay que tragar. A ver cuál es la píldora.