De vez en cuando los y las colaboradoras del suplemento de un medio nacional avisan de que como entregan sus colaboraciones con dos semanas de plazo los temas elegidos pueden perder interés o la realidad acaba desautorizando sus argumentos. Se escribe desde un cierto pasado, no podría ser de otra manera. En mi caso es un pasado reciente, cercano al momento en que la edición que vehiculiza este texto mantiene su actualidad. Pero esta vez iba a ser más pasado porque por diversas circunstancias entre las que no es la menor la posibilidad de formar parte de una mesa electoral ni tampoco que el lunes, por motivos únicamente personales, sea un día inhábil para sacar un rato, empiezo a escribir ligeramente antes de lo habitual y me pongo a ello sabiendo que media un espacio más amplio entre la escritura y la lectura y además, marcado por unos comicios cuyo resultado puede establecer un antes y un después político y anímico que multiplique la distancia.

En un primer momento, para obviarlo, había pensado hablar de Greta Thunberg y aprovechar para desenredar un par de ideas. Pero ni por esas, no arrancaba. Imposible dar el pequeño salto temporal que doy cada semana, las elecciones inminentes no me lo permitían. Su transcendencia me atrapaba en un ahora pegajoso.

Ahora que me lee, con lo que ya sabe, ¿Qué tal? ¿Ufff? ¿Se lo esperaba? ¿Se plantea militar en alguna formación? ¿Asociarse? ¿Interesarse al menos por alguna iniciativa que ya gozaba de su simpatía? ¿Prevé cambiar alguna rutina? ¿Qué opinan en su entorno?

Ahora que me lee, yo ya sabré si al final tuve que suplir al Vocal 2, si, por el contrario, disfruté de planes previamente concebidos y me planteé cambiar estas líneas y no lo hice, si la semana empezó mejor o peor.