La semana iba cargada y apenas pude ver el tiempo en algún telediario y dar un repaso superficial a la prensa. Tampoco me importó demasiado, porque como el tema capital era la formación de múltiples y paralelos gobiernos venideros, me consolaba pensando que mi ni concurso ni mi conocimiento eran necesarios y al final me enteraría cuando los plazos acuciantes alumbraran ejecutivos resplandecientes y nuevecitos. Pero la noticia nos busca y vía WhatsApp se coló el meme, el gif de Heidi empujando la silla de Clara al precipicio y Echenique cayendo despeñado. Me dejó mal cuerpo. Recordé el cartel que anunciaba la vuelta de Pablo Iglesias de un permiso paternal como si fuera César a la vuelta de Las Galias, Orfeo dando la espalda al Hades. ¿Pero es que este hombre no tiene un equipo que le asesore en su desmesura?

¿Están Iglesias, jefe y con un cuerpo capaz, y Echenique, subordinado y con discapacidad, en igualdad de condiciones ante la gracia? ¿Esto favorece la igualdad, el respeto, la consideración? No pasa de ser una broma entre ellos, dicen quienes no le dan mayor transcendencia. Si hubiera sido otro político (vayan haciendo la prueba a lo ancho del espectro) el que firmara la más que memez, ¿habrían sido igualmente escasas las reacciones? ¿Y si en vez de a Echenique se despeñara a otra persona con discapacidad, una persona sin su proyección pública?

¿Soy una blanda políticamente correcta por sentirme molesta? Lo consulto y la respuesta más frecuente es que por lo menos es de mal gusto y por lo más, bastante más, ya que ir en silla de ruedas es motivo de discriminación y la discapacidad, junto con la xenofobia, son las principales causas de delitos de odio. De hecho, el año pasado, estos delitos aumentaron un 16%. Como para reírse.