Hace unos días se organizaron protestas frente y dentro de uno de esos locales de apuestas deportivas y similares que, de un tiempo a esta parte, proliferan. Un grupo de personas enmascaradas pintó la fachada del negocio y, horas después, se coló en el interior para manifestar su rechazo a estas empresas “cuyos beneficios provocan la ruina de muchas familias trabajadoras”. Esta reivindicación que se desarrolló en el centro de Pamplona no fue un hecho aislado ya que, simultáneamente, decenas de casas de apuestas de Madrid y otras ciudades recibieron visitas parecidas, todas ellas impulsadas por una red bajo la etiqueta #ApuestaPorTuBarrio.

Aunque la acción pudo pasar desapercibida para muchos, hay dos verdades claras y reconocidas alrededor de este mundo. La primera gran certeza es que el juego arruina vidas, siempre ha sido así, pero la accesibilidad de estos últimos sistemas de apuestas incrementa el peligro cierto de caer en la ludopatía y por ello se han encendido las alarmas de las asociaciones que trabajan contra este tipo de adicción. Además, se trata de un negocio que crece como las setas. Aparecen de la noche a la mañana en zonas residenciales, en vías destinadas al paseo, en calles cercanas a núcleos escolares? En mi barrio hay, al menos, tres. ¿En el suyo?