l Sindicato Médico de Navarra lleva un tiempo sintiendo la falta de apoyo de la población y de la Administración. Se notan agotados, necesitan más manos y les duele la incomprensión de los pacientes, hartos de que sus dolencias sean diagnosticadas tarde y atendidas por teléfono. Dicen que hemos cambiado los aplausos por bofetadas y, sin ir más lejos, el año pasado se comunicaron 458 agresiones a profesionales de Osasunbidea. Por pura casualidad, esta semana tuve que permanecer varias horas en Urgencias, rodeada -imagino que como cualquier otro día- por un montón de personas. Algunas parecían conocer el ritmo y los procedimientos que impone ese lugar mientras otras pasamos el tiempo calculando los años que llevábamos sin acudir por allá. Enfermos y acompañantes silenciosos y quietos, trabajadores de arriba a abajo. Todo en orden hasta que alguien a voz en grito se quejó de la atención que su familiar recibía y reclamó a zancadas y de malas maneras un médico. He aquí un posible ejemplo de lo denunciado por el sindicato, un pequeño altercado que rompía la paz y el buen hacer de Urgencias. Seguro que muchos sanitarios están aburridos de aguantar esas borderías, pero les pido que no se vengan abajo porque, no tengan dudas, hoy respetamos su trabajo tanto como hace un año.