Síguenos en redes sociales:

La patraña de la recuperación

Miro y remiro la estadística en materia laboral y no atisbo razones que justifiquen los fuegos artificiales de nuestros henchidos gobernantes, nadadores por cierto en la abundancia merced a sus rebosantes nóminas. Pues, cabiendo congratularse por la creación de empleo neta y sobremanera por sus beneficiarios, todavía 47.786 navarros y casi 4,5 millones de españoles engrosan las nefandas listas del paro, cuando antes de que el jactancioso Rajoy arribara a la Moncloa se contabilizaban 600.000 asalariados y 450.000 afiliados a la Seguridad Social más. Recuento de desocupados forzosos al margen, la ultratemporalidad del nuevo empleo se revela tan obvia como obsceno que la duración media de los contratos firmados en el último año apenas alcance los 54 días -nótese que uno de cada cuatro ni llegaron a la semana-, con el grotesco aditamento de esa devaluación retributiva que ha devuelto el poder adquisitivo de los sueldos a principios de los años 90. Si esto no es precariedad, que prueben a trabajar en esas condiciones los adalides de esa competitividad basada no en la flexibilidad sino en la penuria del currela hasta la proliferación de pobres con contrato legal, cierto que en mejor situación que los 1,9 millones de parados abocados prácticamente a la indigencia por carecer de cualquier ingreso y que todos los mayores de 55 años expulsados de este mercado laboral que tampoco cobija a los jóvenes en desbandada. La resultante es una desigualdad galopante fruto de la merma de las rentas del trabajo en favor de las del capital, también por la confluencia de superbeneficios empresariales e infraempleos subcontratados, que convierte en una patraña el advenimiento de la recuperación que proclaman los corífeos del poder, los apóstoles del pensamiento positivo, naturalmente preelectoral. De hecho, de la crisis se saldrá antes que del pesimismo precisamente porque, como no habrá regreso al punto de partida, en el subconsciente de la mayoría quedará para los restos que después de esta recesión ya nada fue igual salvo para quienes se enriquecieron a costa de la miseria ajena.