Síguenos en redes sociales:

Andalucía marca el camino

las encuestas sobre las elecciones andaluzas tienen fama históricamente de fiables y de reflejar casi fielmente el mapa político que saldrá de las urnas. Los seis sondeos publicados este fin de semana dibujan en la primera de las citas electorales de este año -el domingo- un revolcón parlamentario que da la puntilla al bipartidismo imperfecto nacido de la Transición y que marca la tendencia de lo que, más que previsiblemente, va a suceder en las municipales y autonómicas de mayo, en menor medida en las catalanas del 27 de septiembre, y en las generales de final de año: no habrá mayorías absolutas y será necesario pactar para gobernar. Todos coinciden en que el PSOE mantiene su tradicional feudo y aventaja entre 4 y 13 puntos a un PP que se hunde lastrado por la políticas de recortes de Rajoy. Pero Susana Díaz quedaría lejos de la mayoría necesaria para gobernar en solitario. Podemos y Ciudadanos irrumpirían por primera vez, además como tercera y cuarta fuerza, respectivamente, lo que les convertirían en actores clave para la estabilidad del Gobierno autonómico. IU pasaría de ser socio de los socialistas en el Ejecutivo a una quinta e irrelevante posición. Los estudios demoscópicos reflejan ya con nitidez que las huestes de Pablo Iglesias y Albert Rivera protagonizarán el nuevo escenario político español y determinarán el signo de muchos ayuntamientos y ejecutivos autonómicos. Incluso los presidirán. Y todo ello con candidatos prácticamente desconocidos y con campañas innovadoras y sin gastarse las millonadas de otros. Su exitoso desafío les hace ser ya blanco de los ataques de los dos grandes partidos, con quienes compiten de tú a tú y a quienes pasarán una dolorosa factura en las urnas. El desapego de la ciudadanía y la falta de un proyecto contundente de izquierdas amenaza con descabezar del PSOE a un cuestionado Pedro Sánchez, con unos apoyos internos tan débiles y condicionados que para qué tener enemigos. En el PP son conscientes de que el trienio ominosode Rajoy les supondrá una ingente merma de votos, pero lo fían todo a la recuperación económica y al mensaje del miedo. Mientras, Aznar sigue agazapado y amenazante con volver intuyendo la debacle electoral de su pupilo.