cuando Mariano Rajoy aseguró que el único periódico que leía era el Marca, hubo división de opiniones entre quienes creían que lo decía para hacerse el sueco con alguna corruptela del PP aireada por la prensa hostil; para no admitir que La Razón es su cabecera de ídem; o como pura exhibición de su peculiar interpretación del ya de por sí peculiar humor gallego.
Pero ahora ya sabemos que no solo decía la verdad, sino que el Marca es su modelo de política de comunicación: por casualidades del destino, el Marca y el PP se lamían ayer las heridas de sendas derrotas, y nada se parecía más a la reacción de uno ante el Clásico que la del otro ante las elecciones andaluzas.
La tesis del rotativo madrileño-madridista para explicar el Clásico fue que el buen fútbol lo puso su equipo. La del PP, que la campaña en Andalucía fue excelente y que su candidato ganó los debates.
El Marca, tan pesimista últimamente con la deriva del equipo de Ancelotti, mira desde el domingo con optimismo al futuro, sobre todo a la Champions. Rajoy desdeña los resultados andaluces y asegura que su partido ganará los comicios municipales y autonómicos de mayo.
Y una coincidencia más: en el fútbol y en la política es fácil decir quién es el vencedor, porque los números cantan, pero con el Clásico no estaba claro -el tono de El Chiringuito del domingo era tan triunfal que un espectador mandó este mensaje: “Pero, ¿quién ha ganado el partido?”-. En Andalucía, aún menos. El inefable Floriano lanzaba balones fuera: “Ni ha perdido Rajoy ni ha ganado Sánchez”. Y Celia Villalobos se atrevía incluso a negar la mayor: “El fracaso primero es de Susana Díaz, que no ha llegado a la mayoría absoluta”.
Es lógico -todos los equipos y todos los partidos políticos lo hacen en mayor o menor medida- intentar dulcificar cualquier derrota, buscándole aspectos positivos. Pero cuando es a costa de negar la realidad (¡de 50 a 33 escaños!), no solo se hace el ridículo sino que se da el primer paso hacia el siguiente batacazo.