Síguenos en redes sociales:

El milagro de los 450.000 paganos

toda la suerte del mundo -a fe que la va a necesitar- para Martín Monreal en su formidable empresa de salvar a Osasuna de la muerte inmediata que supondría bajar a 2ª División B. Una encomienda criminal a la que sobrevivió hace casi dos décadas, si bien aquel plantel manaba toda la testiculina de la que el actual adolece -o al menos eso parece-, como han comprobado en carne propia Urban primero y Mateo después. Confiando por tanto en que el nuevo técnico rojillo inocule en sus pupilos la dosis de rasmia imprescindible, el futuro de Osasuna seguirá pendiente de varios hilos aunque dentro de seis jornadas le alcancen los puntos para continuar en Segunda. En primera instancia del proceso judicial en curso, ya que perfectamente podría mediar un descenso administrativo si se acreditase la “predeterminación de resultados” -léase amaños- en los términos recogidos en el artículo 75 del código disciplinario de la Federación Española de Fútbol. Más allá de las vicisitudes jurídicas, no hay ni habrá actuación estelar sobre el césped que difumine la quiebra fáctica de Osasuna, una entelequia porque mantiene una deuda con Hacienda de 20,6 millones de euros tras concederle el Gobierno foral una dación en pago por sus terrenos de 32,2 y un aplazamiento para la devolución de treinta años con una moratoria inicial de tres. Toda una bicoca, en efecto, pero que ni mucho menos garantiza que Osasuna pueda cumplir con sus benignas obligaciones aun contemplando el descuento en favor del Ejecutivo del 25% de los derechos televisivos y de los traspasos, pues en los gloriosos años en Primera el débito total sobrepasó los 80 millones en un contexto de dispensa fiscal y de una relación de privilegio con Can acreditada en un tráfico recíproco de casi 120 millones de 2000 a 2011, anticipos incluidos. La patética realidad del club es que entre abonados, taquillas y publicidad ingresa unos exiguos 4 millones por temporada, un tercio del Presupuesto en Segunda y una quinta parte de lo que debe a Hacienda. Es decir, a los 450.000 contribuyentes que, estos sí, ya obran a diario el milagro de la subsistencia de este lastimoso Osasuna.