Síguenos en redes sociales:

Gobierno capaz, autocrítico y leal

uxue Barkos se presentará a la investidura como presidenta antes de San Fermín con el sólido cimiento de un programa enfocado al bienestar ciudadano, desde el refuerzo de los servicios públicos esenciales a partir de la reordenación de las prioridades presupuestarias -previa auditoría de las inversiones comprometidas por UPN-, y con las banderas de la transparencia, la austeridad y la inclusión de la fecunda diversidad sociológica de Navarra. Tan categórica certeza emana de la finalización de los contactos bilaterales de la futura inquilina de la Diputación con todas las siglas llamadas a protagonizar ese cambio al que se ha resistido fútilmente el regionalismo otrora rampante con ocurrencias colosales como ofrecer una presidencia envenenada al PSN, hoy quinta fuerza por su pretérita cohabitación precisamente con UPN, o con insultos al intelecto medio, tipo esperpénticas comparaciones con la Alemania prenazi o la conversión de reuniones conocidas con responsables de Sortu en citas secretas con dirigentes de ETA. Pergeñadas las complicidades de la alternativa reformista, comienza el trabajo en común para sellar la hoja de ruta y el formato concreto del nuevo Gobierno, que necesariamente deberá conducirse por una cohesión a prueba de presiones brutales, pues se trata tanto de propiciar el cambio como de consolidarlo. Tal adherencia precisa de unos consejeros tan fieles a su ideario como a la presidencia, sin menoscabo de que en el Gabinete estén representadas todas las sensibilidades que lo sostienen sin caer en un reparto de despachos inoperante y contradictorio con la obligada apuesta por la competencia de este Ejecutivo escudriñado por sus antagonistas pero también exigido al máximo por sus afines. Naturalmente, los titulares de las carteras que se arbitren deberán rodearse de colaboradores capaces que contribuyan a esa cualificación para minimizar los errores e impedir que se repitan cuando concurran. Con una lealtad edificada no sobre el agasajo fácil sino sobre la autocrítica constructiva -por argumentada y humilde-, cuya notoria ausencia acabó sepultando al Gobierno de Barcina.