Eurorregión contra la idioticia
el risueño semblante del presidente Alli al rubricar en 1993 el acuerdo de colaboración con sus homólogos Ardanza (CAV) y Valade (Aquitania) se compadece fatal con el drama de las incontables oportunidades desaprovechadas en los últimos tres lustros por el regionalismo hegemónico ante su irrefrenable fobia a esta eurorregión trifásica a la que equiparó como anatema al Órgano Común Permanente del tripartito de Otano e incluso a la Euskal Herria de sus peores sueños. El nuevo Gobierno foral ha finiquitado semejante muestra de idioticia no por capricho de los abyectos separatistas, sino cumpliendo la exigencia de la mayoría parlamentaria desde 2011 de reubicar a Navarra en este ente de cooperación transfronteriza estratégico para desarrollar ambiciosos proyectos de futuro en áreas clave como las comunicaciones, la energía, la innovación o el turismo. En realidad, una plataforma estupenda para generar sinergias entre administraciones, empresas, centros tecnológicos y universidades, así como para optar a la financiación comunitaria que ya se disputan más de 80 eurorregiones, hasta casi 9.000 millones en el periodo 2014-2020. Se acaba así con un autoaislamiento cimentado en esa acomplejada aversión a todo trato institucional con la CAV, una tirria que atenta contra todas las obvias concomitancias sociológicas y que intentó sustentarse en la falsa contraposición con el eje del Ebro -como si ambos ámbitos de colaboración fueran excluyentes- y en la mera coexistencia en una Comunidad de Trabajo de los Pirineos a siete eminentemente institucional y con escaso recorrido ejecutivo. Esa repulsión antivasquista tuvo otros perjucios colaterales, como la pérdida de tiempo y dinero en una autovía transpirenaica que en Francia nunca se consideró viable o el rechazo cerril a siquiera plantearse la integración de la extinta Can en las cajas hoy agrupadas en Kutxabank. El ejemplo del veto casi patológico a la eurorregión con la CAV y Aquitania evidencia la perentoriedad del cambio político en Navarra, además de para que corra el aire en todas las dependencias gubernamentales, con el fin de erradicar tantos y tan grotescos tabúes autodestructivos.