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Diputado hoy, lastre mañana

en lo que amenaza con convertirse en una tradición, UPN vuelve a cobijarse en la entente electoral con el PP para no medir sus decrecientes fuerzas en unos comicios generales, persistiendo en un planteamiento poltronero más que ideológico. En el caso del acuerdo para el 20-D, con el logro para la sigla de asegurarse los dos primeros puestos en la lista al Congreso, diputados en ciernes con los 106.000 votos conjuntos de las recientes elecciones autonómicas -cuán lejos quedan los 140.000 de 2007-. Más el provecho individual para Esparza de no someterse en primera persona al nuevo escrutinio de las urnas tras los 20.000 sufragios extraviados en mayo y así dejar expedita su ratificación el próximo año como presidente regionalista, evitando que la colocación de Barcina en una filial de Telefónica le pasara a UPN una factura intransferible. Pese a los obvios beneficios de parte referidos, una cuarta parte de los integrantes del Consejo Político regionalista no avaló el acuerdo por sus reticencias a apoyar la investidura de un presidente español bajo la sombra de la financiación irregular que ha castigado a las clases medias con recortes laborales y más impuestos, a lo que agregar la duda más que razonable de que el pacto no conlleve la servidumbre fáctica de respaldar los Presupuestos del Estado y las leyes de fuste. Unos recelos que se conjugan con la evidencia de que Rajoy sólo podrá preservar la Moncloa con los votos de Ciudadanos, muchos más de los dos que le aportaría UPN y además netamente antiforalistas y refractarios al Convenio que sustenta nuestro autogobierno. La resultante será una ecuación política que con el tiempo tornará el diputado de más conseguido en un lastre desde la perspectiva de la coherencia programática, con la derivada de que ahonda la brecha con un PSOE clave para recuperar algún día la Diputación. Todo con el aditamento de la ejecución sumarísima a cargo de Rajoy de una marca navarra al borde de ser extraparlamentaria (13.289 votos en mayo) y en manos de una gestora tras calcinar a dos presidentes. Nada queda hoy en esta tierra más digno de compasión que un afiliado del PP.