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Mas es menos... igual que Rajoy

en tanto que nada debe haber más alejado del servicio público que el egoísmo y la soberbia, puesto que en sentido estricto se trata de velar por los demás a partir de la evidencia de que nadie se antoja imprescindible tampoco para preservar el bien común, sobran todos los líderes políticos que anteponen su persona al interés general. Desde el reconocimiento que merece un hombre sólidamente formado, políglota y con una oratoria tan reseñable como su experiencia en la gestión, Mas se ha convertido en un lastre para el proceso soberanista que él mismo fijó como su prioridad hasta el punto de fracturar CiU. Porque con el veto al que le ha sometido la CUP ha quedado amortizado como timonel de garantías para nada menos que una singladura constituyente en Catalunya que precisa del aliento de todos los que defienden el derecho a autodeterminarse -suscriban o no la independencia- y en su momento de una mayoría solvente que además deberá mantener interlocución con Moncloa. Sin olvidar que el legítimo afán por poder decidir sobre el marco territorial debe acompasarse con la resolución de los problemas cotidianos y eso necesita de una consistencia gubernamental que el vínculo pretérito de Mas con el fétido pujolismo tampoco fomenta. La paradoja radica en que los voceros del PP que recetan a Mas un linchamiento inmisericorde no dan por liquidado a Rajoy con similares argumentos, pues tampoco es capaz de procurar la estabilidad institucional habida cuenta de que su presidencia resulta intragable para el PSOE como receptor de sobres de Bárcenas, en el marco de la mayor trama de financiación irregular de un partido político español. A lo que agregar su ineptitud para plantear siquiera unas reformas concretas con las que recabar los avales imprescindibles para su investidura, en la vana esperanza de que se la resuelvan las presiones sobre Sánchez del felipismo orgánico y mediático, el Ibex y la Comisión Europea. La resultante del encastillamiento de Mas y Rajoy es que Catalunya primero y España después se encaminan a otros comicios cuyo desenlace no tiene visos de esclarecer nada. Pero de nada.