El rumbo y el ritmo político
En política es muy importante tener iniciativa. Marcar los tiempos. Contar con una estrategia. Sin caer en el autismo o la autosuficiencia, quien muestra seguridad y coherencia en torno a principios sólidos tiene mucho ganado. Luego están las limitaciones de la aritmética electoral, las alianzas de geometría variable tipo Zapatero, el más difícil todavía a la catalana, las tácticas burillescas de presentar lo que quieres hacer tú como algo a lo que te obligan los demás, el judo pactista de hacer propuestas que nunca puede aceptar la otra parte para justificar decisiones o falta de ellas... Todo eso también es política, pero con letras minúsculas. Vieja política. Tejemanejes de pasillo que agrandan más aún la zanja entre la ciudadanía y quienes nos representan o dicen hacerlo. Normalmente ante un problema lo mejor es detectarlo y afrontarlo. Mirar para otro lado sólo provoca que éste adquiera aún mayores proporciones. Dejarlo a la suerte de terceros, depara sorpresas y que la pelota vuelva, envenenada, a tu tejado y la gatera se llene de pelos. El arte de la navegación política es complejo. Lo importante, en cualquier caso, es tener claro el Norte. Cualquier timonel sabe que luego habrá que avanzar en zig zag para poder evitar marejadas, sortear minas o coger el viento adecuado con la vela correspondiente, pero nunca dejar el barco a merced de las olas, las corrientes fácticas o los chantajes enrachados. Entonces es fácil ir a la deriva. Y un barco que no avance con su propio motor o su velamen será engullido por el mar o encallará en las rocas. El rumbo es más importante incluso que el piloto o la tripulación. Aunque ésta debe ser leal. Marineros con los que hundirse, si hace falta, y que sepan defenderse de abordajes o sofocar motines sin tirar por la borda al pasaje fiel. Ningún destino ni tormenta justifica dejar en tierra a los que botaron el navío. Porque entonces entran dudas sobre la travesía. Por eso es clave tener iniciativa, rumbo y no arriar la bandera. Bien lo saben estos días Rajoy, Sánchez, Iglesias o Rivera. Pero no estábamos hablando de ellos. Ese es otro mar (de dudas).