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Política bufa

Juegos florales, fuegos de artificio. Nada más esperen de estos prestidigitadores de la política convertidos en vendedores de humo gubernamental en tanto que compradores de voluntades para la repetición electoral que todos ellos contemplan. También por supuesto los aliados Sánchez y Rivera, que transitan en comandita como adalides del pragmatismo pactista, de ese posibilismo que pretenden encarnar desde el centro-izquierda Pedro y desde el centro-derecha Albert. Sánchez suspiraba por el pacto con Podemos que le garantizaba la presidencia, pero renunció porque ese acuerdo representaba su lapidación como líder formal del PSOE ante el seguro veto de los barones manejados por Susana Díaz, dispuesta a tolerar su nueva candidatura por si se estrella del todo. Tampoco la entente con el PSOE era la prioridad de un Rivera proclive a investir al PP como sigla más votada aunque no a Mariano Rajoy, contradictoriamente, el candidato al que se aferra para crecer por mucho que brame por su sustitución. A pesar de algunos disensos internos ante su belicosidad dialéctica, Pablo Iglesias se solaza asimismo en el postureo, pues sus soflamas por un Gobierno progresista están condicionadas a que lo determine desde dentro, sabedor de que en los comicios de junio Podemos tiene a tiro al PSOE, en soledad pero sobremanera en compañía de IU. Por último, ahí sigue Rajoy, renuente hasta la fecha a sentarse con cualquiera desde la certeza de que todos los interlocutores solicitarán su cabeza para plantearse siquiera negociar sobre contenidos, ahora y siempre. De hecho, desde las entrañas del PP van emergiendo los partidarios de un perfil alternativo tipo Soraya Sáenz de Santamaría o Pablo Casado, e incluso se abona la tesis de un tecnócrata como solución de emergencia al estilo de Mario Monti en Italia. Mientras las figuras de las cuatro siglas principales se regodean en el embeleco, sus diputados y senadores sufren literalmente lo indecible al ver sus canonjías en solfa. Y luego, al fondo de este gran teatro cuya escena copan los comediantes de política bufa, asoman los ciudadanos, convencidos en su inmensa mayoría de que sus vidas continuarán tal cual tras seis meses sin un Ejecutivo digno de tal nombre.