que digo yo y seguro suscribe usted que vaya sandez poseer una sociedad instrumental en el extranjero pero comunicada en el país de origen si a la tributación reglada hay que sumar los gastos de gestión por los testaferros forasteros. El afán defraudador resulta tan obvio en el caso de los ya acuñados como papeles de Panamá como que a la chusma con abundante peculio y cero conciencia le trae a cuenta arriesgarse a que le pillen una parte ínfima del choriceo incluso aunque en el régimen común español se contemplen multas de 10.000 euros por cada dato omitido y de hasta el 150% de las cantidades no declaradas. Más ante la lacerante doble evidencia de que cada cierto tiempo se les dispensa una amnistía fiscal para que regularicen la parte del patrimonio escaqueado más comprometedora y de que, aun en el supuesto de que se les cace con la centrifugadora de parné a pleno rendimiento, no reciben el reproche comunitario que merecen, se trate de políticos, empresarios, artistas o deportistas. Porque estos patriotas de hojalata incurren en un delito de lesa solidaridad, al dejar a los por lo general modestos asalariados de nómina la responsabilidad de sostener los servicios públicos de los que ellos se benefician cuando les conviene. Con la circunstancia agravante de que se ciscan en el bien común, no para subsistir, sino para seguir acumulando rentas que en lo que les quede de vida ni podrán disfrutar. La elusión tributaria representa por tanto una inmunda lacra social que precisa de una respuesta implacable tanto de los gobiernos de todo signo, mediante la persecución inmisericorde del evasor, como de la ciudadanía sin distinción de ideologías, estigmatizando a los infectos profesionales de la ocultación de pasta hasta el punto de vetarles en nuestro rol de consumidores de sus productos materiales o intangibles. En el caso de Europa, porque, mientras miles de millones de euros vuelan rumbo a las lavanderías de guita ante la inacción para el mínimo exigible de armonización fiscal -siquiera en el Impuesto de Sociedades y el IVA- y de transparencia de la banca, se devuelve cual mercancía defectuosa a seres humanos con el repugnante pretexto de que no hay dinero en la caja con el que asistirles con lo esencial. Todo un lamentable papelón con las pobres personas y personas pobres que carecen de papeles. De Panamá o de cualquier otro lugar supuestamente civilizado.
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