el abrazo a Esparza de Barcina, al estilo del finado oso Camille que la hizo célebre, bajo ningún concepto puede resultar una alegoría del nuevo rectorado de UPN. Puesto que a Esparza le urge marcar distancias, desde la humildad y la dosis apropiada de autocrítica, con un pasado reciente que merced a una gestión errática y unas prácticas censurables siquiera desde la perspectiva ética supuso en 2015 el extravío del Gobierno tras la pérdida de casi 19.000 votos respecto a 2011 (para rondar los 93.000) y de más de 45.000 con la referencia del techo electoral de 2007 (139.000 sufragios largos, en entente con el PP). Sin embargo, la moderación que se proclama como gran principio inspirador de Esparza no se compadece aún con la aspereza dialéctica y el énfasis declarativo en los señuelos identitarios de siempre, ya enarbolados por el fundador Aizpún hace casi cuarenta años. Cuando el reto de Esparza radica en situar a UPN en una centralidad propositiva, superando las veleidades frentistas que caracterizan su oposición, con claros síntomas de resentimiento ante la añoranza de un poder que buena parte del regionalismo creyó poco menos que consustancial a la propia sigla. Y asumiendo el desafío de que una mayoría suficiente del partido -toda vez que Maya desoyó los cantos de sirena de los deudos de Barcina para disputar a Esparza la presidencia- comparta esa apuesta por crecientes dosis de flexibilidad programática y de pragmatismo en el diálogo político con el fin de encarnar una alternativa de gobierno integradora e íntegra, elevándose de la vigente competencia con el PP y Ciudadanos por la excitación de las más bajas pulsiones antivasquistas. La mayor democratización interna también debería dotar de más credibilidad al partido, un envite sometido a prueba con la inminente candidatura al Congreso en la segunda vuelta electoral de junio para la que se mascan primarias ante la fragilidad que le presumen a Alli sin aval expreso de la cúpula y porque tras los comicios repetidos habrá Gobierno seguro y por tanto cuatro años de escaño garantizado. Con tan intrincado mapa de navegación afronta el nuevo timonel de UPN su singladura en las procelosas aguas de la ardua política navarra. A él atañe más que a nadie, pues le va en ello su salud, que no se torne en penosa travesía en el desierto.