Nos estamos volviendo locos con la Educación. O nos quieren volver locos. Y no hablo de la pasión-obsesión por las lenguas, sino del asedio al que se somete a la escuela con una ofensiva de rankings, notas de corte, indicadores de calidad, resultados, reválidas, competencia, olimpiadas... Todo por la “excelencia”. Casi nadie habla de equidad, igualdad, derechos, inclusión, convivencia... No. El concepto de moda es la “libertad de elección” y su cara B, las pugnas entre centros a la caza del niño/a a las que aboca el marketing. Al otro lado de la ventanilla, los padres y madres y el alumnado deshojan la margarita del abanico de opciones. Aunque con la involución neoliberal -que busca convertir la educación en un privilegio- una cosa es querer y otra poder... Estamos en temporada alta. Tras el fin de la veda de la prematrícula, llega la Selectividad. Quizá utilizando el símil de la sanidad (sector aún menos contaminado, aunque igual de amenazado por el binomio recortes-mercantilización) se comprende mejor. ¿Alguien entendería que si vivieras en San Juan te buzonearan propaganda del centro de salud de Iturrama para que fueras al médico de cabecera o te desplazaras a la otra punta de Pamplona en autobús porque allí se ofrece una atención de calidad con salas de espera con wifi? La gente normalmente va al centro de salud de la vuelta de la esquina porque le toca. Y está encantada con el médico que conoce a toda su familia, con llevar luego las recetas a la farmacia de debajo de casa y con coincidir en la consulta con el vecino del portal. Pero esto no pasa con los colegios. El departamento de Educación tiene una dura y peliaguda tarea para devolver un punto de racionalidad al sistema de escolarización. Me río yo del conflicto del PAI... Quizá las palabras de Aitor Etxarte (presidente del Consejo Escolar) o de Rafael Cristóbal (experto en Pedagogía de la Confianza) puedan ayudar. El reto es formar generaciones que intenten ser felices en el entorno en el que viven. Buenas personas. Cuántos idiomas, qué nota de corte o qué título tengan es lo de menos.
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