Lo advierten los expertos y lo corroboran los datos: los últimos avances médicos y farmacológicos no han logrado erradicar pero si controlar el VIH-Sida, pero la sociedad, al menos la occidental, se ha relajado ante la enfermedad y ha dejado de verla como el riesgo real que supone hasta el punto de que casi la mitad de los nuevos contagios en Navarra tienen que ver con personas menores de 34 años. Son jóvenes nacidos a principios de los 80 que quizá no sufrieron el impacto de ver cómo enfermaban y fallecían -en esa fatídica década en la que no se sabía mucho sobre esta epidemia- personalidades como Freddie Mercury o el actor oscarizado Rock Hudson, que hicieron saltar la voz de alarma. Algunos pioneros en sensibilización en esta materia ya acuñaron entonces un concepto que hoy ha recuperado su total vigencia: la vacuna social. Mientras no se descubra el ansiado antítodo por el que cantaban y brindaban Los Rodríguez, en materia de prevención no cabe otro medio que la vacuna social con tres efectos secundarios fundamentales. El primero es educar y concienciar a toda la población, pero sobre todo a esas nuevas generaciones, sobre conductas de riesgo y tomar las precauciones necesarias acercando esa prevención al ámbito educativo. El segundo, no menos importante, es seguir trabajando en la necesaria inclusión social de las personas enfermas y de aquellos portadores/as del virus que no han desarrollado la enfermedad, huyendo de la estigmatización que tanto daño ha hecho a quienes han tenido que vivir con esta dolencia. La colaboración de todos y todas y la responsabilidad de cada uno -así como la importancia de realizarse la prueba ante la menor duda- es clave también para conseguir cortar la expansión de esta enfermedad que es muy seria, pese a los datos en el mundo desarrollado pero, y esto no hay que olvidarlo, sigue siendo una auténtica pandemia en otras zona del mundo. De hecho, hay países de África desangrados social y económicamente por esta enfermedad. Y ahí viene la tercera pata de la vacuna social, el apoyo a la cooperación internacional, especialmente en materia de salud sexual y reproductiva.