Hay veces que es mejor dejar transcurrir el tiempo, repasar las ideas y decantar las sensaciones. Hace ya una semana de la manifestación. El tiempo político va muy rápido. El mediático, sobre todo con las redes sociales, aún más. Lo que a veces uno no sabe es a dónde. Pero ese es otro debate. Se ha escrito ya casi todo sobre esa jornada del 3-J. Respetando el derecho a manifestarse por la causa que sea -oculta o visible- y dejando la guerra de cifras y de valoraciones partidistas al margen, no puedo negar que me dejó un cierto poso de desazón. Y no por el miedo a una fractura social o a la manida división en dos Navarras, sino por algo más hondo y común a ellas, si las hay. El evento se cargó de demasiado dramatismo por todas las partes. En Cádiz estas cosas las llevan con más naturalidad y les llaman de otra manera... Y eso que el humor al final no faltó. Pero creo que tanto la acción como la reacción fueron desmedidas. ¿Gente normal? Sociedad civil sí, pero espero que no fuera representativa de la media de la ciudadanía. ¿Ultras? En las redes igual; en la calle..., ¿como no fueran ultrachistorristas? Más bien una especie de Día del Navarro Presente, con toques de excursión de colegio de pago y macroviaje de club de jubilados. En fin. No sé. A uno le desmoraliza esa Navarra de “jota y chistorra” que se ondeó por las calles. Como a otros quizá les aburra una Iruña de “txozna, txaranga y calderete” que se intuye para el nuevo San Fermín.... En general da la impresión de que no avanzamos. De que Navarra ha perdido algún tren y no precisamente el TAV. Es como si entráramos en el siglo XXI sin haber pasado por la Ilustración. Como si nos hubiésemos saltado el capítulo de la modernización social y cultural además de la lección del respeto y la convivencia. Los datos y estadísticas no dicen eso, pero parece que arrancamos la página de la II República del libro de nuestra historia. Es evidente que más que cambiar Navarra casi habría que cambiar de Navarra. Este es el reto del actual Gobierno, si no se enreda en estas cosas y muestra empatía. La manifestación era y es pasado. Hay que mirar al futuro. Ojalá. No sé. Tengo esa esperanza, que no certeza.