Las tres olas y el mar de fondo
L a Península Ibérica va a ser cruzada por tres olas sucesivas. No es un parte meteorológico. Ni marítimo. Pero sí un aviso para navegantes. El cierre del curso político en espera de un intenso otoño ha dejado una fuerte resaca. Y algunos ya están naufragando en estas aguas revueltas. La primera y más evidente ola es la ola soberanista. Viene del Mediterráneo y romperá en la costa madrileña con fuerza, aunque no se descarta una derivación hacia el golfo de Bizkaia. De hecho hay quien ya está preparando la tabla de surf para subirse a esa ola y recuperar terreno ante naves de más tonelaje, historia y millas en la bitácora que prefieren océanos tranquilos. La segunda ola hay que cogerla, como la de Mundaka, por la izquierda. Después del maremoto interno del PSOE con Sánchez flotando por méritos propios tras las aguadillas de Prisa y Díez, Podemos ha sorprendido con una ciaboga interesante. Superada su catarsis interna y sacudidos por la tempestad mediática del sistema, parece que la espuma de la indignación está dejando un corriente más de fondo que ha venido para quedarse a nivel estatal al conectar con las nuevas generaciones y pasar de la crítica a la proposición de una alternativa más creíble. Otra cuestión es cómo encaje la marejada catalana, porque una cosa es predicar y otra dar ejemplo. Y finalmente está la tercera ola. Ésta sí que es evidente y está arrasando con el presente y el pasado, aunque los diques del régimen aún aguantan. Es el tsunami de la corrupción que asola el Estado llegando a todos sus rincones. Es una corriente más honda y extensa de lo que se creía que acabará llevándose por delante al propio PP y a todos los que flirteen con su ecosistema político-económico posfranquista. La sociedad ya no tolera esto. Uno de los primeros ahogados ha sido un waterpolista emergente que hizo campaña con la tesis de regeneración, engullido hoy entre las dos orillas de la moción de censura. Paradojas de la vida... En el mar foral este remolino también puede alcanzar la línea de flotación de un tocado UPN, compañero de travesía del marinero Rajoy. Pero hay mar de fondo para todos. Que nadie se descuide.