La comisaria europea de Política Regional, Corina Cretu, defendía esta semana con uñas y dientes los fondos de cohesión para los próximos presupuestos de la Unión Europea (UE) más allá del 2020. Ante el salto al vacío que genera el brexit y la llegada de nuevas prioridades como la defensa, la inmigración y la seguridad, la política rumana (segundo país más pobre de la UE) dejaba claro, en el transcurso del acto de apertura de la Semana Europea de las Regiones y Ciudades, que el futuro europeo pasa por una igualdad desde abajo. La construcción de Europa como un “espacio de gran solidaridad”, de crecimiento y empleo, refrendaba el presidente del Comité Europeo de las Regiones (350 miembros), Karl Heinz Lambertz en Bruselas ante la presencia de más de 2.800 periodistas acreditados entre los que me encontraba. Es una de las batallas que se libra en el interior de este conglomerado que es Europa, sin un liderazgo claro, con un fuerte desapego entre las nuevas generaciones, y con un problema serio de identidades territoriales sin encaje en sus estados. En esa fe utópica en la Europa de los pueblos de la que nos hablaron seguimos aprendiendo muy poco a poco a relacionarnos con otras culturas y ciudades... Francia, Alemania, Italia y Holanda han dejado claro su apoyo a Rajoy en defensa de la unidad de España. Saben que detrás de Cataluña, podrían ir País Vasco, Córcega, Cerdeña, Flandes, Baviera...

Los catalanes por su parte se han retirado de la delegación nacional del Comité Europeo de las Regiones pero participarán en las actividades de este órgano a través de una representación directa. Saben que no les valdrá de nada. Es un órgano meramente consultivo. Mientras su presidente Lambertz, que gobernó la región germanófona de Bélgica (tensiones entre valones y flamencos) durante quince años, templaba gaitas y demandaba diálogo entre ambas partes, el presidente del Consejo Europeo (28 jefes de Estado), Donald Tusk (ex primer ministro polaco), apelaba al orden constitucional de España, y el conservador luxemburgués Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, descartaba la mediación de la UE y la idea de “una Europa formada por 90 países”. Europa hoy por hoy son sus estados. Sin los ingleses, por cierto, que se fueron por libre; pero hay que reconocerles que sabían negociar y ahí está el ejemplo de Escocia. Al menos derecho a decidir, aunque te la juegues.