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Marrón

E n vísperas de la tramitación parlamentaria de la Ley Foral de Residuos, los últimos datos de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona no invitan al optimismo. 70.300 domicilios de los 154.000 posibles, el 46%, están inscritos en la recogida selectiva de la materia orgánica. Es un porcentaje aceptable. Sin embargo, menos de la mitad de las viviendas inscritas convierten la intención en hechos porque solo se separa el 19% de los biorresiduos que se recogen, y esto sí es alarmante y queda muy lejos del 50% al que habría que llegar en 2020, una fecha que está ahí mismo, a la vuelta de la esquina.

Hace décadas que la Comarca de Pamplona fue pionera en la recogida selectiva. Ahora se cumplen treinta años desde que la entonces incipiente Mancomunidad comarcal se hizo cargo de la gestión de los residuos. La Comarca de Pamplona ha estado siempre a la cabeza en los porcentajes de recuperación, sobre todo de papel y vidrio, pero ahora parece que estamos pinchando con el contenedor marrón. Por alguna razón una mayoría de la ciudadanía es reticente a separar en casa la materia orgánica, cuando en teoría parece el reciclaje más fácil y el cubo que menos espacio ocupa.

La cuestión es importante porque la gestión de los residuos en Navarra está ahora mismo en una fase decisiva. El Departamento de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Administración Local está a punto de enviar al Parlamento el anteproyecto de la Ley Foral de Residuos, el soporte legal para un ambicioso plan de diez años en el que nos jugamos el futuro. No es solo por compromiso ambiental, sino también porque la Unión Europea obliga a alcanzar unas metas que hoy por hoy están muy lejanas. La ley está a punto, ha sido ampliamente debatida y consensuada, aunque hay dudas en las entidades locales, sobre todo por cómo se aplicará el futuro impuesto sobre la eliminación en vertedero. Ahora solo queda llenar el contenedor marrón. Que no es poco.