La política vivió ayer una jornada de puro Carrusel deportivo. La liga se estaba jugando de manera simultánea en dos estadios: Madrid y Barcelona. ¿Minuto de juego resultado en el Senado con el 155? ¿Cómo va la DUI en el Parlament? Al final, otro gol comunicativo por toda la escuadra a Rajoy que responde con dura lex. Un nuevo empate dialéctico con un marcador engañoso a favor del más fuerte: Estado 155-Catalunya 70. Pero ojo, que los alcaldes también juegan. Y el poder local es clave. Y luego la sociedad civil movilizada. Mira que si les da por no cambiar hoy la hora española en el reloj... Imposible adivinar el futuro. Pero la cosa se vivió ayer de forma diferente en la grada: canciones y color en un campo, amenazas y trajes grises en otro. Una gran parte de catalanes tuvieron ayer su momentico. Su 6 de julio con cava. Habrá que ver la resaca de hoy, pero que les quiten lo bailao. La solución de elecciones parece que llega tarde... En espera de que algún árbitro pite referéndum, el partido va a jugarse en la Champions. España como Estado es incapaz de resolver este embrollo. Y el mensaje del presidente del Consejo Europeo Tusk (forofo del Barça, por otra parte) fue claro: España sigue siendo “el interlocutor”, pero que gestione el tema con “la fuerza de los argumentos, no con el argumento de la fuerza”. Vamos, un apoyo con amonestación verbal al estilo de “Mariano, no me la líes por ahí abajo otra vez que bastante tenemos con el brexit, la ultraderecha, los refugiados...”. Y ya tiene tarjeta amarilla... Ojalá las aguas se remansen y la política y la convivencia social vayan de la mano. Pero, a estas alturas del partido y viendo la táctica del equipo azul, se puede pensar que Catalunya se ha venido equivocando al buscar una mediación de la UE. Por seguir jugando a la política ficción, quizá Puigdemont lo que debería pedir es un 155 a la europea: que Junker intervenga España para “restaurar la democracia”. No estaría de más pensar en tutelar a un Gobierno acosado por la corrupción y a instituciones que fuerzan la propia Constitución que dicen defender, casi sin separación de poderes..; sustituir a los mandos del desastre de orden público del 1-O; intervenir las cuentas de un Estado al borde de la bancarrota tras el asalto a la caja de pensiones; y garantizar la “veracidad” y “pluralidad” en los medios públicos españoles. Vamos, un poco de medicina 155 para probar a qué sabe la receta del corsé de la soberanía de un territorio cuando te la aplican por arriba. Aún hay liga.